Los ciudadanos, un factor molesto

En los mercados impera un gran temor: que las víctimas de la crisis dejen de aprobar la política de sus dirigentes. Por este motivo, en toda Europa los responsables políticos intentan limitar los debates sobre política económica.

http://www.presseurop.eu/files/images/article/VASQUEZ_democracyjpg.jpg?1335197081La crisis del euro se encuentra en standby, los miles de millones en créditos concedidos por el Banco Central Europeo han calmado los ánimos. Pero en los mercados financieros, acecha una nueva amenaza: la democracia. "Las elecciones francesas [a la segunda vuelta de las presidenciales del 6 de mayo le seguirán elecciones legislativas en junio] y griegas [el 6 de mayo], así como el referéndum irlandés [el 31 de mayo], hacen que se generen inquietudes entre los inversores, las empresas y los consumidores", explica Elga Bartsch, del banco estadounidense de inversión Morgan Stanley.

Los países europeos exigen a su población grandes sacrificios. Para recuperar la confianza de los mercados financieros en su solvencia, suprimen cientos de miles de puestos de funcionarios, aumentan los impuestos, recortan los gastos públicos y bajan las pensiones.

Y para reactivar su competitividad internacional, revisan los sueldos a la baja, edulcoran la protección contra el despido y debilitan a los sindicatos. Durante este tiempo, no deja de aumentar la destrucción de empleo. En países como Grecia y España, la mitad de los jóvenes activos se encuentra hoy desempleado.

Golpe de Estado permanente

"En este momento, el mayor riesgo para Europa”, analiza Patrick Artus, economista del banco francés Natixis, “no es tanto una subida de los tipos sobre los préstamos obligatorios, sino más bien una crisis política y social en este contexto de subida espectacular del desempleo".

Cada cierto tiempo, según las reglas del juego democrático, las víctimas de la crisis pueden dar su opinión a través de las urnas sobre las medidas adoptadas y rechazarlas si así lo desean. Esta posibilidad genera incertidumbre en los mercados. Por ello, en estos últimos meses, la clase política ha hecho todo lo posible para neutralizar el libre arbitrio de los electores. De ese modo, en Grecia, se descartó la idea de un referéndum sobre las medidas de austeridad en noviembre, pues los dirigentes políticos alemanes y franceses amenazaron abiertamente con excluir a Grecia de la eurozona si los griegos votaban a favor del abandono de estas medidas.

En Grecia y en Italia, la crisis ha provocado la salida de los jefes de Gobierno elegidos. Y les han sustituido "tecnócratas" que no fueron elegidos y que por lo tanto no dependen de la voluntad de los electores.

"La política en época de crisis se asemeja a un golpe de Estado permanente", denuncia Joseph Vogel, profesor de literatura. Cada vez con más frecuencia, la política se dirige mediante negociaciones informales en las que se reúnen banqueros, responsables políticos y gobernadores de bancos centrales. El poder de decisión se encuentra hoy en manos de los "soviets de las finanzas", lamenta el profesor.

Es cierto que de todos modos el pueblo está llamado a las urnas. Por ejemplo, en Irlanda. A finales de mayo, la isla votará a favor o en contra de la adhesión al pacto presupuestario. Pero el margen de maniobra de los irlandeses no es muy grande: el país depende de los fondos de rescate europeos, que recibirán únicamente si Irlanda se adhiere al pacto presupuestario.

"El fin de la soberanía"

A principios de mayo, los griegos elegirán un nuevo Parlamento. Para proteger el plan de austeridad de la libre voluntad de los electores, los vencedores según los sondeos, es decir, el PASOK [socialista] y Nueva Democracia [derecha], ya se han visto obligados a comprometerse a adoptar la política de reformas. Pero el aumento de apoyo a los pequeños partidos de la oposición sigue constituyendo un problema que genera incertidumbre entre los inversores, a los que les asustan las divergencias políticas.

Por último, se celebrarán las elecciones presidenciales francesas. El socialista François Hollande se enfrenta a Nicolas Sarkozy, el actual presidente. Hollande quiere aplicar más impuestos a los ricos, poner freno a la política de austeridad y volver a negociar el pacto presupuestario. La reacción de los mercados en abril ha sido que Francia ha visto cómo los tipos volvían a subir durante una adjudicación de obligaciones.

Por su parte, Nicolas Sarkozy empuja a los franceses por el camino de la reforma. Esto implica como es natural sacrificios para la población. Pero sin reformas, Francia se arriesga a correr "la misma suerte que Grecia o España", advierte Sarkozy. Sencillamente, no hay otra opción. Está claro que los franceses pueden ir a votar. Pero no tienen opción.

"Decir a la gente que no tienen opción es como prohibirles que se expresen o que piensen", denuncia Ulrich Thielemann, especialista alemán en ética empresarial. "Si ya no se pueden plantear alternativas posibles, es el fin de la democracia". Técnicamente sí, seguiremos yendo a votar. "Pero la gente ya no tiene derecho a elegir, no tienen otra opción que dar su consentimiento a una política irrevocable, por lo que la democracia a partir de entonces sólo sirve para ratificar".

Hoy, al electorado le arrebatan el poder los mercados, que conceden o niegan los créditos necesarios. "Es el fin de la soberanía", asegura Ulrich Thielemann. En su opinión, la política se somete a la ley de los mercados como si se tratara de un fenómeno natural. "También podría haber logrado el capital que mendiga actualmente mediante los impuestos".

Para Ulrich Thielemann, la libertad de los mercados se opone a la libertad de la democracia. "Cuando el único objetivo del Estado es aumentar la competitividad, nos prohíbe plantearnos una cuestión que es vital en democracia: ¿cómo queremos vivir?". ( Fonte: www.presseurop.eu)

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